Viaje a Islandia. 29 de junio al 6 de julio del 2019
Adriana, Maribel, Mari Pili, Alfonso y Juan
Cuaderno de bitácora
Videos viaje:
Cascada de Gulfoss. Salto I
https://onedrive.live.com/?cid=E8BCD8F921961593&id=E8BCD8F921961593%21897&parId=root&o=OneUp
Cascada de Gulfoos. Salto II
https://onedrive.live.com/?cid=E8BCD8F921961593&id=E8BCD8F921961593%21895&parId=root&o=OneUp
Paseo zodiac Laguna/glaciar de Fjallsárlon
https://onedrive.live.com/?cid=E8BCD8F921961593&id=E8BCD8F921961593%21896&parId=root&o=OneUp
Llegamos al hotel Reykjavik
Lights by Keahotels casi a las 2 a.m.
Hotel moderno. Decoración entre
barroca y kitsch. Acogedor. Nos atiende un chico alto, rubio, muy educado que
parece que nos estaba esperando.
Enseguida recoge nuestros datos,
me hace firmar en un papel donde solo escribo nuestro país de origen. Eso es
todo lo que nos pide en cuanto a nuestra identificación.
Todo perfecto. Caemos rendidos de
cansancio. Había luz cuando llegamos y hay luz de día al despertarnos a las 8.
Felicidad en este primer día islandés.
Dia 2. Hotel Hafnarfjall en
Borgarnes.
Conducimos desde Reikiavic
hasta Borgarnes, a menos de una hora de camino. Antes de llegar nos
desviamos en dirección a unas fumarolas de Krauma. Hay un hotel spa de
diseño moderno y bonito. El agua sale a temperatura de 100 grados y el aire
evapora el agua en una serie de partículas que se convierte en fumarolas.
Espectáculo que merece la pena.
La estancia en Borgarnes es
en una casa grande, de dos pisos, con tejados rojos. Bien orientada y aislada
como la mayor parte de los hostales y hoteles que vamos encontrando por el
camino. Habilitada como hotel a las afueras de esta población situada en la
península suroeste de Islandia. Nos atiende quien parece ser el encargado/dueño
del hotel, amable y receptivo, algo serio. La recepción que es a la vez cocina
y lugar para comer es desde donde controla las necesidades de sus huéspedes.
Las habitaciones son normalitas. El baño compartido, pero dado el buen espíritu
con el que viajamos no supone un problema. La vista espectacular. Detrás una
montaña inmensa, de un marrón oscuro con perfiles delineados casi en línea
recta. Por delante el mar, en uno de sus pequeños recodos, que recorremos antes
de marcharnos al día siguiente. El spa exterior del hotel no lo utilizamos porque
hacia fresco (casi frío de la temperatura ambiente exterior que ronda los 10
grados). Otros clientes si lo disfrutan. Salen relajados y como la mayor parte
de la gente que nos encontramos de mediana edad y tranquilos.
Empezamos la ruta dirigiéndonos a
las cataratas de Barnafoss. El agua se recoge desde el glaciar y cae con
fuerza, se desliza dese un desnivel a otro con fuerte caudal, con un color
blanquecino-nieve/jabón. Un ambiente de luz y sonido inolvidable.
Después nos acercamos al primer
glaciar. Comemos en el puesto/caseta en una mesa de madera al aire libre en
donde salen las excursiones para entrar en una cueva de lava. Decidimos no ir a
esta excursión porque había que esperar: la jornada va a ser dura de visitas y
de carretera.
Sacamos nuestro menú de viaje:
queso y embutido, con regañás y picos, regado por una botella de vino que ha
traído Maribel. Un espectáculo, comiendo en medio de montañas volcánicas y
rodeados de lava por todas partes.
El resto de la tarde recorriendo
la península en coche y disfrutando mucho del viaje.
El ambiente entre nosotros muy bueno.
Cenamos hamburguesas en un asador.
Todo bien.
P.D. Tenemos un nuevo acompañante
virtual en el coche: Siri. Nos pone canciones, nos da información y siempre
está dispuesta, pero solo para Alfonso con quien tiene una comunicación y un
vínculo especial y digital. Sólo con él.
Dia 3. De Borgarnes a Akureyri
Salimos de Borgarnes camino
de Akureyri. Casi 350 kilómetros de carretera que nos alternamos en la
conducción Alfonso y yo. Enseguida nos encontramos con el cráter de Grabrok. Tras
una larga y empinada subida llegamos al cráter. Hacía frío y mucho viento. Es
nuestro primer cráter que visitamos de ahí la emoción y alegría al coronarlo.
Maribel nos propone visitar la
iglesia de Vidimyri que tiene la característica de estar recubierta de una capa
de turba que la protege. Alrededor de la iglesia, como en los cementerios de la
Galicia atlántica, tumbas de muertos, la mayor parte de ellas sin losas, solo
una cruz y una pequeña lápida con los datos del muerto: nombre, año de nacimiento
y muerte. Al acercarnos quien parece ser el encargado de las visitas sale de la
casa aledaña y corre hacia la iglesia. La entrada es cara por lo que desistimos
de entrar. Paseamos y hacemos fotos tanto a la iglesia como al cementerio que
la rodea.
Hemos probado el famoso perrito
caliente en el bar de una gasolinera. Tras este primer repostaje recorremos el
valle entre montañas no muy altas, cortejados por ríos de deshielo con una
naturaleza en estado primaveral en estos días. Las vistas siempre rodeadas de prados
rodeados de montañas, muchas cascadas y nieve en algunos picos de las montañas.
El deshielo está presente lo que ha transformado el paisaje en un juego de luz
y sombras de verano.
Akureiri es una pequeña
ciudad, la segunda de Islandia en población (18.000 habitantes), enclavada en
el cabo de Eyjafjörröur, al final del mayor fiordo de Islandia de 60 kilómetros
de largo. Ciudad que invita a pasear y recorrer sus calles transitables, pero
por el cansancio del día, nos recogemos pronto en el hotel. Nos llama la
atención de esta ciudad, que los semáforos en rojo tienen forma de corazones.
El color rojo y el corazón del mismo color son símbolos que se repiten. En la
ciudad de Borgarnes encontramos muchos lazos rojos, colocados por las
fiestas locales. Una ciudad, como todas las de Islandia, con casas pintadas de
colores (predomina el verde, el rojo/burdeos y el azul), casi todas distintas,
sin un orden arquitectónico en ellas, pero guardando una simetría y una
limpieza en las calles que llama la atención. Es curioso que esta ciudad tenga
Universidad siendo tan pequeña. En Islandia la población no supera los 400.000
habitantes y en todas ellas se respira ambiente tranquilo y limpio.
Me ha gustado esta ciudad. Una
vez instalados en el hotel Edda, nos desplazamos por la parte occidental
del fiordo camino del puerto de Ärskógssandur donde sale el ferry que
une la costa oeste con la Isla de Hrisey, paseo encantador de 15 minutos
de duración en el barco “Saevar”. En la isla viven pocas personas. Según las
guías no más de 150 personas. El ferry es la única vía de comunicación con la
carretera y acceso a las poblaciones cercanas. De este modo hemos compartido
viaje con las personas que llevan sus enseres. Una de ellas con bolsas de
mudanzas otros con compras hechas en tiendas de aprovisionamiento. En las casas
casi siempre con los visillos abiertos y sin vallas de delimitación entre las
mismas (a diferencia de nuestros chalets y casas siempre perimetrados y
realzando la propiedad privada y la no visibilidad) se pueden ver pequeños
objetos de ornamentación, distintos unos de otros en las casas, característica
de la mayor parte de las casas que vamos viendo en Islandia.
Día 4. De Akureyri a
Egilsstadir
Dia de muchos recorridos. Tras el
desayuno dimos un paseo por el Jardín botánico, muy cerca del hotel. Jardín
pequeño, muy ordenado y limpio, en el que están casi todas las plantas (ahora
florecidas), arbustos y árboles de Islandia. Da gusto pasear por este pequeño
Jardín Botánico.
Luego camino hasta Husavic.
Pequeña ciudad portuaria desde la que parten pequeños barcos, alguna goleta y
zodiacs para que los turistas podamos ver ballenas. Hacía mala mar y como no era seguro que
mejorase el tiempo decidimos no esperar y seguir nuestra ruta. Desayunamos en
un bar enfrente del puerto, con vistas a los barcos balleneros. Nos atendió un
camarero galés, que vive en Valencia desde hace años y trabaja la temporada
estival en Husavic.
Nos adentramos en el Parque
Nacional de Vatnajöskull. Camino de Godafoos y Deltifoos, nos
metimos en una carretera secundaria que enseguida deja de tener asfalto y pasa
a ser de gravilla, Así más de 25 kilómetros por una carretera que parece que
nos llevaba al fin del mundo, un paisaje lunar, salpicado de piedras volcánicas
y lava. Parecía que no se acababa nunca. No es de extrañar que los preparativos
para la primera misión del Apolo para ir a la luna se hiciera por estos parajes,
tan semejantes a la superficie lunar.
Recorrimos algunas de las visitas
que teníamos para hoy: las cataratas de Godafoss coquetas y muy bonitas.
Con dos cascadas separadas, da la sensación de un Niágara sin el estruendo y la
explotación masiva de turistas que se encuentran en USA. Después una montaña de
fumarolas. las fumarolas de Hverir. Entramos en uno de los baños
termales más importantes del norte de Islandia (El otro famoso es el de Lagoon:
La laguna azul cerca de Reikiavik). Son aguas sulfurosas de color azul/azufre,
que dejan un color blanquecino en las rocas cuando el azufre se seca por la
acción del sol y el viento. Mari Pili no entró y esperó pacientemente mientras
Adriana, Maribel, Alfonso y yo disfrutamos en la experiencia de poner el cuerpo
en contacto con estas aguas densas y calientes, con minerales que dejan la piel
sedosa y relajada. Después visita al cráter con una laguna azulada en su
interior y más tarde camino de otra catarata en Deltifoss la de mayor
caudal de Islandia y posiblemente de Europa. Nos han gustado mucho las dos.
El ambiente entre nosotros muy
bueno. Cantando y gastando bromas.
Dormimos en el Hotel Edda de Egiistadir.
En habitaciones duples, no demasiado bien acondicionadas, pero siempre con
buenas vistas a prados y montañas. Todo muy verde en esta época del año. Preparamos
el camino del día siguiente por los fiordos orientales. Dormimos siempre con
luz, que no impide el descanso. La noche no es tan noche en esta época del año
en Islandia
Día 5. De Egiistadir a Hofn
Posiblemente el trayecto más
bonito del viaje. Recorriendo los fiordos orientales. A diferencia de los fiordos
de otros países nórdicos como Noruega, las paredes no son de roca, sino es la
montaña la que baja reverdecida hasta el mar. Cierra los desfiladeros de los
fiordos, no tan largos como el de Akureriri. Entramos en uno y salimos
de otro. Así surcando y culebreando por la carretera vamos navegando entre
montañas, siempre cantando canciones románticas que (sorpresas que da la vida)
tanto Mari Pili como Adriana, Maribel y Alfonso las conocen. Canciones de
Serrat, Albert Hammond, Los Secretos, Mari Trini, Adamo, Hilario Camacho, Aute,
Sabina, Pablo Guerrero, Los Canarios, Formula V, Los Brincos, Juan y Junior,
Abba, Nino Bravo, Cecilia, Karina, Los Chunguitos, Víctor Manuel, Ana Belén, ….
hasta Alfonso saca a relucir su vena rockera poniéndonos los Credence, de los
que ha sido muy fan.
En este trayecto paramos en Theigarhorn.
La casa donde nació una de las fotógrafas más importantes de Islandia. La casa
está rehabilitada y se mantiene tal y como era a principio del Siglo XX: aislada en la falda del fiordo. Recorrimos sus
alrededores preciosos. Una maravilla, un paraíso para la vista. Hay un museo de
piedras de zoolitos que visitamos. Nos los enseña el inquilino de un chalet
aledaño. Muy amable. En recompensa ya que no podemos dejar dinero “islandés” Adriana
sugiere que a cambio de su atención le demos algunas de nuestras viandas de
embutidos: jamón y lomo que recibe muy agradecido.
El recorrido por los fiordos
invita a hacer paradas y acercarnos a algunos de los rebaños de caballos tan
presentes a lo largo de nuestro viaje. Algo más pequeños que el caballo
tradicional, son animales muy sociables, simpáticos, fotogénicos que se acercan
al llamarlos. En una de las ocasiones cogimos regañás y Adriana congregó a su
alrededor y de forma ordenada al rebaño. Les fue dando a cada uno su ración de
regañas por primera vez en su vida. Muy contenta y orgullosa al sentir como
cogían las regañas de sus manos, suavemente. Parecía una granjera “de Islandia”.
Nos hicimos fotos y algún video de recuerdo de este momento islandés que
compartimos con estos caballos de piel limpia y suave.
Dormimos en Hofn en unos apartamentos
Dima Studio que daban a la calle. Desde fuera no parecían gran cosa,
pero estaban muy bien acondicionados, modernos, quizás los mejores del viaje.
Nos habían hablado muy bien de Hofn
para degustar langostas (lo que ellos llaman langostas son nuestras cigalas).
Encontramos un restaurante típico “Pakkos”, lleno hasta la bandera. Muchas
camareras, altas la mayoría, algunas delgadas, otras corpulentas, en esa medida
se mueven lola mayoría de los islandeses. Tuvimos suerte porque llegamos pronto
a cenar y nos reservaron una mesa. Nos reímos mucho, mucho y de verdad, hasta
llorar de alegría. Cosas de un buen grupo que se divierte y comparte buenas
experiencias.
La cena con cigalas y guarnición, la sopa de
langosta estaba rica y las cigalas también. Lástima que Islandia sea tan cara
para los que vamos allí desde el sur de Europa!
Tras la cena un paseo por la
ensenada del puerto donde los grandes buques pesqueros se enseñorean en la dársena.
Al final del paseo por el espigón del puerto, que termina en un monumento y
círculos que reproducen algunos de los planetas, como un saludo al Universo y
coincidiendo con las últimas horas de la tarde, grandes bandadas de pájaros
ponían el color y el canto quizás en busca de su lugar antes de irse a dormir.
En Islandia es un decir lo de la última hora de la tarde ya que hasta las 1
p.m. no empieza a oscurecer y a las dos horas es de nuevo de día.
En la oficina de turismo nos
informan de los paseos en las lagunas de los glaciares y reservamos para el día
siguiente en la Laguna de Fjallsärton. Ya estamos ilusionados por el
paseo entre glaciares. Una experiencia que ninguno de nosotros ha conocido
previamente.
Descansamos dulcemente hasta el
día siguiente.
Día 6. De Hofn a Hveragerdi
Llegamos a la Laguna de Fjallsärton.
Ayer reservamos para una ruta en zodiac para acercarnos por la Laguna helada a
la base de la morrena donde se precipitan grandes bloques de hielo a la misma. Experiencia
inolvidable. Vamos 10 personas en la zodiac, incluyendo un guía/monitor italiano
que habla español. Callados, embutidos en unos trajes especiales para evitar el
frio. Con salvavidas en el cuello. Iniciamos esta experiencia que nunca vamos a
olvidar. Justo en el momento en que nos montamos en la zodiac se escucha un
gran estruendo, como el estallido de una bomba. El guía nos cuenta que el
motivo es porque se ha desprendido parte de la montaña de hielo que hace de
frontera con la laguna de aguas heladas por las que vamos.
El ambiente es expectante y frío.
No sabemos adonde vamos, nos llevan cerca de 2 kilómetros adentro hasta la base
de la morena del glaciar. Entre hielos que flotan algunos con el color
azul/verdoso porque se han volteado desde dentro del agua, otros de color
oscuro casi negro, producto de la mezcla con la ceniza del volcán que está en
las profundidades. En este día gris, de lluvia, el paseo es todavía más
inquietante y cada vez más atrevido. No pasamos miedo ninguno en nuestro
pequeño barco que nos ha adentrado y llevado a una experiencia inolvidable. Al
final nos damos un abrazo de alegría cuando nos desembarazarnos de nuestros
trajes marcianos. Alfonso definió muy bien esta experiencia como “turistas on
the rocks”.
Comemos muy cerca del Parque
Nacional de Skaftafell.Hacemos parada en una de las playas “negras” de este recorrido, situada en Vik donde paseamos por la playa basáltica de Reynisfjara en busca de frailecillos, que no vemos, pero sí multitud de gaviotas que vuelan y chirrían por la montaña. Recogemos piedras negras de la playa. Al final de la playa las tres o cuatro columnas basálticas como palos de goletas encallados y flotando en el mar. Vista muy bonita. Hacemos nuestro pequeño homenaje a los elfos, seres que habitan en el interior de la tierra, junto con duendes, enanos, hadas, espíritus de la montaña y ángeles, colocamos nuestro monumento en la playa juntando en forma piramidal algunas piedras recogidas en la playa.
Noche en el Hotel Ork. Repleto de
turistas, como la mayor parte de los hoteles en los que vamos haciendo parada durante
el viaje. Antes de acostarnos dejamos a los “tres cerditos” (Maribel, Mari Pili
y Alfonso) acostados en la cama. Muy obedientes, cada uno con su gorrito y bien
tapados por el embozo de las sábanas para pasar la noche y no tener frío. El
placer de jugar a ser niños siendo adultos, algo que vamos perdiendo pero que
se recupera de forma inmediata cuando las circunstancias lo propician.
Al día siguiente Adriana, Maribel,
Alfonso y yo nos damos un baño en la piscina. Con una temperatura excepcional
de más de 35º, nadamos y nos relajamos. Pasamos a otra piscina más pequeña a
una temperatura superior. El primer baño en el viaje que nos sirve para relajar
el cuerpo de tantas horas de carretera seguidas durante el viaje.
Videos por la Laguna de Fjallsárlon
https://archive.org/details/videozodiazglaciares
Día 7. Camino de Reikiavik
Vamos en busca del Geysir, el
famoso geyser que da nombre onomatopéyico al resto de los geíseres de Islandia.
El olor a azufre y las fumarolas caracterizan la llegada a la zona del Geysir. Cada
5 minutos sale de forma explosiva desde la tierra un chorro de vapor que
alcanza casi los 20-30 metros. Ver cómo se forman los borbotones de agua, como
cuando ponemos agua a hervir en un cazo, inmediatamente surge una burbuja como
una pompa de jabón desde la superficie del agua que explota y deja salir el
chorro de agua. Un espectáculo. Nos hace pensar que la actividad dentro de la
tierra es inmensa. Que estamos en una zona volcánica, que somos vulnerables y
que lo que vemos en la superficie de la tierra tiene mucho que ver con lo que
se genera dentro. Somos espectadores de la profundidad y el silencio activo del
interior de la tierra.
La catarata de Gullfos nos
deslumbra de nuevo.
Nos acercamos al Parque
Nacional de Pingvellir, el camino nos devuelve los paisajes de la Islandia
citerior: montañas, algún volcán lejano, valles, y agua. La laguna de
Pingvalavant se encuentra en medio del parque. En el corazón del Parque se
encuentra la falla de Almannangja que separa los continentes de Europa y
América. Cada año se va separando más y llegará un momento (en miles de años)
que la isla se dividirá por la mitad. La zona de Thingavir, lugar del
primer Parlamento democrático de la antigua Europa en el año 930 d.c.. Paseamos
y nos hacemos una de las fotos para la posteridad formando una cadena entre
nosotros entre los dos partes de la falla. El recorrido por esta zona, como en
otras de Islandia cercanas a lagunas, está lleno de mosquitas muy molestas.
Al llegar a Reikiavik, nuestra
primera decepción en el viaje. El hotel de 3 estrellas al que vamos, el 101
Guesthouse, ni es hotel, ni tiene las competencias de un tres estrellas. Está
en un piso 3º y más bien parece una pensión que un hotel. Tenemos que avisar a
la recepcionista que baja de piso de arriba. Nos da las llaves de las
habitaciones. No hay baños (como estaba en el programa), ni toallas en los
lavabos. La ducha compartida sucia. Esto nos sume en
una decepción, que superamos rápidamente sabiendo que solo va a ser una noche y
que el día siguiente será el último día. Decididos a que no nos amargue el
viaje este primer contratiempo.
Suerte que antes de entrar en el
hotel tuvimos tiempo de pasear y comer por Reikiavick. Dejamos el coche
muy cerca del centro y a la vereda de la laguna de Tjörmin, epicentro de
Reikiavick. Paseamos por una ciudad clara y luminosa. Primero por el Casco
viejo, donde pasamos cerca del ayuntamiento y del Parlamento (parece mentira
que con una población de 400.000 habitantes haya tantas instituciones
democráticas en este País). Nos dejamos guiar por las recomendaciones de la
Loney Planet para buscar un sitio donde comer, que por la hora no es fácil (son
más de las 14,30) y muchos están ya cerrando. Desafortunadamente una de las
recomendaciones estrellas el restaurante Messinn, donde sirven pescado
en cazuelas con asas, va a cerrar y no nos pueden atender. Buscamos otro
restaurante cerca del puerto el Iccelandic Fish donde hay menús con los
platos tradicionales de Islandia: bacalao rebozado y mejillones y cerveza
Viking islandesa. Comemos bien y nos damos un paseo por el puerto. Visitamos el
Harpa, edificio muy moderno, con cientos de cristales exteriores que cambian de
tonalidad y que lo asemejan a una colmena urbana. Centro moderno al que
entramos pero no hacemos visita guiada. Se celebran múltiples actividades culturales
en el mismo. Caminando por el paseo
marítimo nos encontramos con la Sun Voyager, una escultura plateada, que
reproduce el esqueleto de un barco vikingo encontrado hace años. Una escultura/esqueleto
muy bien diseñada y que confiere un encuentro entre el pasado vikingo y la
modernidad de la escultura. Las perspectivas de la escultura alineada sobre su
eje dan una visión muy acertada de la bahía de Reikiavik. El resto de la tarde
lo dedicamos a pasear por la calle comercial de
¿?? llena de restaurantes, bistró y bares. La iglesia de Hallgrimskirkja, construida a modo
de “catedral” de hormigón no nos gusta. Demasiado pretenciosa para una ciudad
pequeña.
Terminamos cenando en un Fisch and Chips, muy islandés, con una clientela local, buen ambiente, sin ruidos.
Cenamos bien. Tranquilos.
Día 8. De vuelta a casa
Desayunamos en un edificio anexo
a nuestra “pensión”. Mal desayuno, poca variedad, sin apenas fruta y escasos
embutidos. Lo que no puede faltar es lo que nos ha acompañado desde el inicio
de nuestro viaje por Islandia el yogur “Skyr”. Muy sabroso, nutriente y denso.
Semejante al yogur griego.
Tras hacer reportaje fotográfico
del estado de las habitaciones para formular una queja a la agencia Logitravel,
damos un paseo por Reikiavik y nos ponemos en ruta para ver la Famosa “Laguna
de Lagoon”, la Laguna azul, considerada como una de las Termas más importantes
del mundo. Nos sorprende la cantidad de buses y coches que hay en el aparcamiento.
Pensaba que la Laguna azul es era como la piscina natural para las personas
oriundas, pero parece que se ha convertido en visita obligada para miles de
turistas que pasan por Islandia. Elk paisaje es muy volcánico, pero la
presencia de centrales geotérmicas, con fumarolas de vapor constantes lo
asemeja a un polígono industrial. Preferimos nuestro baño en la laguna “azul”
del norte donde pasamos un rato inolvidable y con un paisaje metidos dentro de
la montaña.
De vuelta ya al aeropuerto para
devolver el coche, y emprender el vuelo.
Un viaje excepcional, con amigos
y compañeros de viaje estupendos. Gracias a todos. Gracias a Islandia!